Una buena manera de reducir e incluso de dejar de fumar es darnos cuenta de qué valor le damos a cada cigarro. En la mayoría de ocasiones siempre me digo “el cuerpo me lo pide”, cuando la realidad es bien diferente, no es el cuerpo sino la mente, el cuerpo no lo necesita, pero mi mente se ha acostumbrado a trabajar bien con este cigarro.

Un ejemplo claro es el periodo de exámenes o de estrés laboral, suelo fumar más, pero ¿para qué los uso? A veces para mantenerme despiert@, conozco infinidad de actividades y de elementos que me mantienen despiert@, porqué no sustituirlo a ver qué tal me funciona. A veces para calmar los nervios, el tabaco altera mi sistema nervioso eso quiere decir que es una falsa calma, porqué no pruebo a respirar o utilizar técnicas de relajación. A veces para concentrarme, realizar un movimiento repetitivo como el de fumar con otro elemento me ayudará, un boli, una goma, una pulsera, una pelota antiestrés… Otras veces me hace tanta compañía en esos momentos de soledad….voy a poner de fondo una buena canción que me haga sentirme acompañad@. Y en esas pausas tan buenas que me proporciona el cigarro, haré la pausa, pero en lugar de maltratar a mi cuerpo, daré un paseo para despejarme, para tomar aire fresco, y sobre todo para hablar con otras personas, y si me apetece es un buen momento para usar esos 10 minutos para hacer un poco de ejercicio, puedo buscar tablas de 7 minutos que me ayudarán a mantener mi cuerpo y mi mente en forma.

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